Existen dos grandes mitos alrededor de la compra y el arriendo de vivienda. Si usted es de los que cree que con adquirir un inmueble está haciendo patrimonio o que si arrienda está perdiendo dinero, podría estar muy equivocado y llevarse una gran sorpresa.
Definitivamente pensar en comprar o arrendar no es una tarea fácil ya que ninguna persona quiere caer en un error del que pueda arrepentirse. La decisión entre estas dos opciones debe ser producto de una investigación juiciosa y un análisis riguroso de los gastos en los que tendría que incurrir con cada una.
Por ejemplo, un personaje llamado ‘X’ desembolsa el 30 por ciento de cuota inicial para adquirir una vivienda de $500 millones, es decir $150 millones, y solicita un crédito hipotecario, a 15 años y con una tasa de 11,96 por ciento efectivo anual, para cubrir el 70 por ciento restante. Bajo estos términos la mensualidad de la hipoteca (sin incluir los seguros obligatorios o gastos notariales) sería de $4.191.585,46, esto quiere decir que cuando salde la obligación habrá pagado en total por el inmueble $904.485.382,78, lo que significa que los intereses habrán sido de más del 80 por ciento del valor total de la vivienda. A esta cuota le debe sumar gastos como la administración, el impuesto predial, entre otros.
Al respecto, Rodrigo Nadal, gerente de Resuelve tu Deuda en Colombia señala que “la realidad es que en muchos casos, gran parte del dinero que se está desembolsando en la primera mitad del plazo de un crédito hipotecario, pertenece al banco. La hipoteca tiene un impacto financiero por lo cual se tiene que considerar cuál es más costoso: el arriendo de una vivienda, o el pago de los intereses de una deuda”.
Por su parte, otro personaje que denominaremos ‘Y’ realiza los cálculos de lo que pagaría con un crédito y decide arrendar una casa cuyo canon es $3.000.000 y además decide ahorrar el excedente del equivalente a una cuota hipotecaria, es decir $1.191.585.
En cinco años ‘X’ habrá pagado $251.495.127,6 y aún le adeudará al banco más del 70 por ciento del total del inmueble y el crédito. Pero ‘Y’, por otro lado habrá gastado $180 millones en arriendo y ahorrado $71.495.100 que le quedarán libres para invertir y generar rendimientos.
Con este pequeño ejercicio puede darse cuenta del valor real de una hipoteca, sin embargo, existe la posibilidad de tener cuotas de un crédito menores a las que tendría que pagar por un canon de arrendamiento. En estos casos aclare cuánto estará destinado a capital y cuánto a intereses, cuántos años le tomará pagar y no olvide tener en cuenta las cuotas de administración, los seguros, e incluir en la lista el impuesto predial. Pero ojo, por ahorrarse unos pesos más, no sacrifique su calidad de vida.
“Las personas deben tener presente que si el valor que pagan de arriendo es mayor a la cuota de una hipoteca, están perdiendo dinero y si deciden pagar poco, podrían estar sacrificando su calidad de vida por costo. Por estas razones es muy importante hacer un balance de las ventajas y desventajas de comprar y rentar según su presupuesto personal y la etapa de la vida en la que se encuentra, de esta manera podrá tomar una decisión sin temor a arrepentirse” puntualiza Nadal.
Las siguientes recomendaciones de Resuelve tu Deuda, primera reparadora de crédito del país, le podrían servir para tomar una decisión acertada frente a la disyuntiva de comprar o arrendar:
Conozca las opciones: si definitivamente está considerando comprar vivienda de forma financiada debe tener claras variables como las tasas de interés, la inflación, el plazo del crédito más conveniente, el valor de la propiedad que desea comprar y el porcentaje de la cuota inicial que necesita. Las entidades financieras ofrecen diferentes opciones, por eso es importante que investigue, pregunte y compare cuál de estas se adapta mejor a sus necesidades. No olvide desglosar el pago para saber cuánto abonará al capital cada mes y cuánto se destinará a los intereses.
Piense a futuro: si en sus planes está tener una familia, no compre un apartamento pequeño que venderá a los pocos años. Analice sus prioridades en el presente y en el futuro. Recuerde que no siempre el valor adquisitivo de un inmueble tiende a aumentar, todo depende de la economía y las variables geográficas y socioeconómicas del entorno.
Traslados constantes: si usted es una persona que no se radica por mucho tiempo en una ciudad determinada o viaja constantemente por diversión o por trabajo, arrendar podría ser una mejor opción, de esta manera no tiene la obligación de quedarse donde se encuentra y puede irse sin preocupación alguna hasta que se establezca en un lugar determinado.
Responsabilidad financiera: administrar bien sus gastos y una buena capacidad de endeudamiento pueden ser ventajas para solicitar un crédito o determinar la cuota adecuada que puede pagar de arriendo, todo depende la forma en cómo varíen sus ingresos. Mantenga sus finanzas en orden, sus centrales de riesgo sanas, y así será más fácil obtener el crédito ideal o administrar su gasto de arriendo mes a mes.
Planee rigurosamente: adquirir una casa no es la única inversión; amoblarla a su gusto, hacer alguna remodelación, el pago del predial, los seguros, entre otros, deben estar incluidos en su presupuesto. Una vez organice todos estos gastos podrá tener una visión más global.
Olvide el valor emocional: muchas personas creen que uno de los beneficios de adquirir una vivienda es dejarle a su familia una herencia. Deje atrás el valor emocional y pregúntese en realidad que le servirá más a sus seres queridos cuando usted ya no esté: una casa de $500 millones (si no se ha devaluado) que se debe repartir entre todos sus familiares o esos $500 millones para usarlos en educación, salud, viajes, etc. Deje atrás el mito de que una vivienda es el patrimonio más importante para heredar.
Conociendo las variables y realizando una investigación juiciosa, queda en manos del consumidor estudiar su propia situación y elegir la opción que más le convenga.